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Felisia.

Cuando tenerlo todo debería significar ser feliz, es cuando los problemas más insignificantes cobran un sentido asombroso. Siempre hay tiempo para preocuparse y también para darte cuenta de que después de la tormenta siempre llega la calma y suele brillar el sol como nunca antes lo habías visto.
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Peter Pan.

El niño sin sombra
no tenía miedo
a la oscuridad.
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Es perfecto.

En el periodo llamado de reflexión, se entiende que se debe pensar muy profundamente en cada cosa que pase por tu cabeza. Incluso si simplemente se confundió de dirección. Se la para y se la pregunta.

Es empezar a rellenar cada vacío con cemento. Inamovible, algo más firme que las plumas que ocupan ese espacio antes del cambio.

Es quererse, lunar por lunar, diente a diente, pestaña a pestaña. Todo. Que ya es difícil decir todo y mucho más empezar a comprender que el todo es mucho y necesita cualidades inexploradas. Paciencia, templanza y mucho corazón.

Es no querer luchar, porque se sabe que las guerras tienen siempre un perdedor. Prefiero dejar que el otro gane sin que se derramen sentimientos.

Es observar como un niño.
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Sin más.

He dormido 11 horitas y ahora estoy la mar de contenta. Ahora lo único que me apetecería es estar ahí, tirada en la cama, pero despierta.

Y es que cuando las cosas van bien, no hace falta decir nada más.
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Mañana sábado. Aparece.

Y de repente dijo: ¡Aparecer! Y todos los anónimos aparecieron a la luz de la luna, al sabor de las copas y por lo que fue, lo bonito.

Que el otro día pasé por Cuzco y todo se veía con otro color. Aunque iba de vuelta a mi casa desde Tetuán, me fue inevitable hacer una escala enfrente del NH. Y es que por un momento me pareció ver a un conejo blanco, con un reloj de bolsillo, de su mano.
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Y comieron perdices... o no.

No creo que sea tan malo dejar de creer en los grandes gestos. En los que salen en las películas de Hollywood, esos en los que el chico que la hace feliz aparece en su portal con un ramo de rosas debajo de la lluvia, acompañado con una declaración de intenciones bajo su brazo. Declaración en la que expone que sólo la quiere a ella, que quiere pasar el resto de sus días a su lado y que nunca debió dejarla pasarlo mal porque fue un tonto... sabía que le necesitaba con ella...
He dejado de creer en esos grandes gestos, que quizás no hayan sido nunca gestos, sino pedazos de imaginación de otra pobre que quiso que eso sucediera, pero no. En fin... no siempre las cosas de las películas son verdad. Ni el capitán del equipo de fútbol se queda con la fea, ni te enamoras perdidamente de tu amigo que te ama por encima de todas las cosas ni todas esas mierdas.
He de decir que el mundo real duele, señoras y señores y el príncipe no quiere mojarse bajo la lluvia por ti. Difícil decisión es si nos conformamos con lo mediocre o buscamos que nuestra fantasía se haga realidad, quizás no con lluvia, pero si a otra escala.
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9 meses.

TURÍN.
Veranos calurosos y húmedos, inviernos fríos y secos. O eso dicen de la capital del Piamonte.